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TEXTO,  INTERPRETACIÓN Y BIBLIOGRAFÍA

 

 

 

 

Pienso en el libro como una creación cultural del hombre, no importando demasiado el tipo de material en el que se encuentre. Me basta el solo hecho de que sea un tipo de  manifestación del hombre. Creo que con este aspecto tenemos bastante material para hacer diversos tipos de reflexiones.  Por un lado, el hecho de escribir implica una actividad superior del pensamiento del hombre, significa la elaboración de una serie de“signos convencionales de interpretación, que todos los hombres tienen en común “[1] y que son aceptadas por un grupo determinado para poder transmitir un mensaje. Este proceso no es nada sencillo, deviene de una evolución del pensamiento y las actividades del hombre. Teniendo este antecedente en cuenta se vuelve riquísima esta  área de estudio de la Bibliografía (entre otras disciplinas) y nacen varias inquietudes: ¿cómo se estructura el lenguaje?¿por qué necesita el hombre plasmar sus pensamientos, ideas, sentimientos? ¿es una necesidad? ¿una suerte de fatalidad? ¿cómo nace este proceso? Son interrogantes que nacen inmediatamente al hacer una mínima reflexión de este aspecto en el que se encuentra envuelto el libro. Por otro lado también nacen más preguntas: ¿entienden los lectores el texto tal como lo entiende el autor? ¿hay diferentes tipos de interpretación de un texto? ¿qué tanto inciden los factores sociales en la interpretación? ¿qué es un autor y un lector?. Bien, la gama de preguntas crecen en todos las áreas de estudio que hay acerca del libro. En el presente ensayo sólo se pretende hacer una pequeña reflexión acerca de una de ellas:  la relación que hay entre el  libro, el texto y la interpretación que hace cada lector del mismo,  desde el punto de vista de la Hermenéutica, y tratando de relacionar ciertos puntos con la  Bibliografía.

 

Podemos encontrar diferentes definiciones de Hermenéutica: Aristóteles la entiende como  el “análisis del lenguaje que estudia una sintaxis y una semántica lógicas con que se eluda el malentendido o la deformación del sentido de las proposiciones que expresan el pensamiento”[2]. Abbagnano nos dice que es una “técnica cualquiera de interpretación”[3]. Así pues, yo entiendo que Hermenéutica es la disciplina de la interpretación que trata de comprender los textos; lo cual es colocarlos en sus contextos respectivos. Con eso el intérprete los entiende, los comprende y toma una posición cognoscitiva frente a sus autores, sus contenidos y sus destinatarios. Y aunado a estas tareas el interprete “hace valer su opinión de la manera que le parezca necesaria teniendo en cuenta cómo es auténticamente la situación dialógica en la que sólo él se encuentra como conocedor del lenguaje de las dos partes”.[4] Esta disciplina tiene sus orígenes en la Grecia Clásica con Platón y Aristóteles, en la edad media se utilizó en las interpretaciones de las Escrituras Sagradas, en el renacimiento se hizo más rigurosa y se originó así la Filología. La Hermenéutica ha llegado hasta nuestros tiempos gracias a una tradición de filósofos, Heidegger, Vattimo, Ricoeur, Gadamer, que la han hecho una  disciplina metódica y rigurosa.

 

He dicho que la Hermenéutica es la disciplina de la interpretación; pues bien, ella puede tomarse como arte y como ciencia, arte y ciencia de interpretar textos. Aquí encuentro un  nexo muy importante con la Bibliografía Textual. Los textos no son sólo los escritos, sino también los hay hablados,  actuados y  de otros tipos; van más allá de la palabra y el enunciado[5]. Una característica peculiar que se requiere para que sean objeto de la hermenéutica es que en ellos no haya un solo sentido, es decir, que contengan polisemia, múltiple significado. Eso ha hecho que la hermenéutica esté asociada a la sutileza. Esta última consistía en la capacidad de traspasar el sentido superficial para llegar al sentido profundo, inclusive al oculto; también de encontrar varios sentidos cuando parecía haber sólo uno; y, en especial, de hallar el sentido auténtico, vinculado a la intención del autor, plasmado en el texto.  Transportando esta tarea al universo de la Bibliografía podemos encontrar una afinidad muy grande puesto que  la  edición, revisión,  traducción o copia, ya sea manual o por otro medio, de un texto está llena de aventuras que pueden redundar directamente en el producto final, en este caso imaginemos un libro, y pueden darle otro sentido al que originalmente pretendía el autor, o esconder sutilmente una significación que no se pretendía. Tenemos ya tres cosas en la interpretación: el texto (con el significado que encierra y transporta), el autor y el lector. Veamos brevemente su papel de cada uno.

El texto contiene en sí mismo un contenido y un significado; también es una forma de comunicación y por lo tanto es sujeto de interpretación. La semiótica propone 3 aspectos a estudiar[6]:

 

 

 

Para efectos de la Hermenéutica la intencionalidad del autor se puede abordar desde tres perspectivas:

 

 

 

 

Refiriéndonos al lector podemos hacer una distinción igual a la del autor:

 

 

Dentro de estos elementos  hay que tener siempre presente el marco histórico en que se desenvuelve el ejercicio interpretativo. Este es un factor que determinará el significado de un texto y, por supuesto, la relación que hay entre el lector y el autor. Es posible que por determinismos históricos, sociales, educativos, económicos y hasta biológicos, al interpretar un texto lo hagamos con una visión totalmente diferente a la intencionalidad del autor, dejándonos guiar por los que nos interesa (y por nuestros determinismos). “Nuestro Homero no es idéntico al  Homero de la Edad Media, y  nuestro Shakespeare no es igual al de sus contemporáneos. Más bien se trata de esto: periodos históricos diferentes han elaborado, para sus propios fines, un Homero y un Shakespeare diferentes”[10]. Esto lo dejo patente Borges en Pierre Menard, autor del Quijote al comparar la obra de Cervantes con la Menard: “Es una revelación cotejar en Don Quijote de Menard con el  de Cervantes. Este, por ejemplo, escribió (Don Quijote, primera parte, capítulo IX):

 

            ...la verdad, cuya madre es la historia,

emula el tiempo, depósito de las acciones,

testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo

presente, advertencia de lo porvenir.

 

 

Redactada en el siglo XVII, redactada por el “ingenio lego” Cervantes, esa enumeración es un mero elogio retórico de la historia. Menard, en cambio, escribe:

 

            ...la verdad, cuya madre es la historia,

emula el tiempo, depósito de las acciones,

testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo

presente, advertencia de lo porvenir.

 

La historia, madre de la verdad; la idea es asombrosa. Menard, contemporáneo de William James, no define la historia como una indagación de la realidad sino como su origen. La verdad histórica, para él, no es lo que sucedió; es lo que juzgamos que sucedió”.[11]

Si vemos la intencionalidad de Borges desde una perspectiva hermenéutica es evidente que él tiene en mente el juego que determina el significado de dos hechos iguales (en este caso se trata de capítulos de un libro) en dos épocas totalmente diferentes y, así,  desenvuelve una historia con el ingenio que lo caracteriza.

 

El ciclo interpretativo hermenéutico no tiene fin, o dicho de otra manera, es un ciclo que sólo se podría acabar cuando ya no haya un marco histórico en que se realice y cuando ya no haya alguien que lo haga. Mientras esto no suceda la dinámica entre el texto, autor y lector seguirá generando diversas interpretaciones. Aquí es donde se conectan estrechamente Hermenéutica y Bibliografía, donde yo encuentro un vínculo en común, el texto. Una parte de la Bibliografía extiende sus estudios hacía la crítica e interpretación de los texto a través de sus diferentes ediciones. La hermenéutica tiene toda una teoría sobre el texto, y parte de esta abarca al texto que es fijado en algún tipo de soporte (papel, medios electrónicos, etc.). Las dos, pues, llevan a cabo una actividad muy similar, con distintos métodos, pero que pueden ser complementarias, ayudarse mutuamente en una labor común.

Por supuesto que la Hermenéutica tiene toda una tradición, de hecho es  parte de una filosofía que en siglo XX tomó gran auge, sobre todo con Gadamer y Husserll y que tiene un rol muy importante dentro del discurso posmoderno. Ni con mucho pretendo limitar sus actividades a lo que aquí se esta enumerando de ella, sólo mostrar posibles vínculos con la Bibliografía, dar otro panorama y posibilidades de desenvolvimiento de esta disciplina con otra, que es de gran importancia en la actualidad, la Hermenéutica.  

 



[1] PÉREZ-PRISIONERO, Arturo. El texto y sus múltiples lecturas: ocho estrategias de acercamiento al texto literario. Xalapa, México : Universidad Veracruzana, 1989. p. 1

[2] CUESTA ABAD, José Manuel. Teoría de la hermenéutica y literatura (El sujeto del texto). España : Visor, 1991. p. 17

[3] ABBAGNANO, Nicola. Diccionario de Filosofía. México : Fondo de Cultura Económica, 1963. p. 595

[4] GADAMER, Hans-Georg. Verdad y método I. Salamanca : Sígueme, 1996. p. 379

[5] “ desde la perspectiva de la semiótica el texto literario es un sistema de signos en una forma particular y especial de comunicación”,  lo cual nos brinda otro panorama de estudio del texto. PÉREZ-PRISIONERO, ARTURO. Op. Cit. p. 6

[6] Hay diferencias entre semiótica y hermenéutica , mas para las intenciones de este ensayo pretendo basarme en la división que hace la semiótica del texto.

[7] Idem, p. 7-10

[8] BEUCHOT, Mauricio. Tratado de hermenéutica analógica: hacia un nuevo modela de interpretación. México : UNAM, 2000. p

[9] Idem, p.

[10] EAGLETON, Terry. Una introducción a la teoría literaria. México : Fondo de Cultura Económica, 1988. p 24

[11] BORGES, Jorge Luis. Ficciones. Buenos Aires : Emecé, 1996. pp. 61-62